La conectividad que provee el Departamento de Educación a los centros está aquejada de males que pueden dar al traste con las posibilidades que abre Eskola 2.0 si no se pone remedio. Si el ancho de banda era insuficiente, la incorporación de los nuevos equipos lo hará aún más, aunque no es este el principal problema, mucho más grave es la inestabilidad. Las interrupciones o ralentización de la conexión es habitual, incluso en algunos casos predecible, a pesar de ello ni siquiera se llega a reflejar como incidencia, porque las comprobaciones técnicas requieren de un procedimiento en el propio centro que se realiza horas después, bajo las cambiantes condiciones.
Aunque pasemos por alto las siglas de 2.0 y estemos pensado en propuestas más cercanas a las de la segunda mitad de los 90, como las consideraban más útil que Internet centrarse en una intranet o extranet de contenidos, la mala conectividad se convierte en una barrera insalvable. No se apuesta por servicios en local en cada centro, los recursos de mantenimiento necesarios los hacen inviables. Todos los que se ofrecen a los centros, incluidos los educativos (Moodle, Alfresco, Liferay) que ahora empiezan a generalizarse, se accede a través de Internet. Lo mismo ocurre con los proyectos editoriales, ya ninguna contempla meter en un pendrive el libro de texto, será necesaria la conexión remota a un servidor, aunque se intente preservar las fronteras tradicionales creando un “corralito” que permita dejar las cosas lo más cerca posible de donde estaban. Se quiera o no, la conectividad es la prioridad absoluta, no tenerlo en cuenta lleva ineludiblemente al fracaso y al conflicto.
No parece, (repito; no parece), que éste sea el objetivo, sino el control, a tenor de las últimas medidas que se van implementando. Como lo son la imposibilidad de hacer descargas directas desde la WEB, que provoca problemas tales como la imposibilidad de instalar Google Earth, la rigidez de las normas que impide que los propios centros hagan uso de las las claves de su wifi (¿quién habla de autonomía de centros), las prohibiciones sobre la personalización e instalación de software, el cierre de redes sociales; y estamos en fase de aplicación de nuevas medidas de seguridad con la instalación de nuevo router y de un software de control de conexión.
De seguir por esta vía de ampliar el control centralizado, al que añadimos el filtro contenidos, cuyo comportamiento no siempre es predecible, puede quedar seriamente afectada la vertiente “dospuntocerista”, y como consecuencia, la más innovadora. Estamos frente a una iniciativa que responde a un movimiento educativo surgido de los cambios que la tecnología ha hecho posible la pasada década, pero que institucionalmente no parece que se entienda, y por tanto no se concreta ni se lidera. La Escuela 2.0 no puede ser un complemento para reforzar la organización, la metodología, y hacer más eficaces los recursos tradicionales. Debería estar encaminada a reubicar la educación el sociedad, dentro de nuevos paradigmas que den salidas a una crisis derivada de la falta de adecuación. La ampliación de la escolaridad y la comprensividad no pueden basarse en prácticas encorsetadas en métodos que priman la exposición y la memorización para preparar exámenes, en marcos disciplinares de la era preindustrial, en recursos como el libro de texto o los apuntes (tanto da). Hay que empezar hablar, por decirlo de algún modo (posiblemente no el mejor) de planes organizados en espacios de educativos, de competencias, ámbitos de conocimiento o como quiera definirse, en los que caben trayectorias personales que facilita el nuevo marco tecnológico, superando la sincronía.
Me viene a la memoria este párrafo reciente de Piscitelli que extraigo de “Explorando los bordes y contornos de la Universidad 2.0” :
Porque lo que estamos viendo con la supuesta educación 2.0 y mucho mas con la supuesta formación 2.0, es infinitamente más de lo mismo. El empaquetamiento de contenidos, la pasteurización de las carecteristicas disruptivas de la web 2.0 en el rediseño de los autores, y en definitiva un intento desesperado de reempoderar a los docentes para compensar el reempoderamiento tecnológico de los alumnos.
Y continúa diciendo en otro párrafo:
Resulta altamente autocontradictorio y en definitiva no solo frustrante, sino también insidioso, hacer la apología de lo abierto (con sus limitaciones claro ya que ciertas disciplinas y habilidades se adquieren a veces mas fácilmente secuencialmente que en paralelo), y después ver como lo que hay en vez de educación 2.0 es retórica 2.0. Ayudada es claro por la falta de una voluntad institucional de cambio y sobretodo por una corporación docente renuente a la renovación y al cambio de actitud.
Difícilmente se puede pedir cambio de actitud al profesorado, si cada vez que hacemos clic la ratón nos preguntamos cuánto tardará cargar la página, o en aparecer el mensaje de error o denegación de servicio.
La conexión educativa impide el acceso a Tuenti y Facebook y lo dificulta a Netvibes.
Regulado por resolución el uso de los potátiles de Eskola 2.0
Nuevo agente de seguridad en la conexión de los centros educativos
Aunque pasemos por alto las siglas de 2.0 y estemos pensado en propuestas más cercanas a las de la segunda mitad de los 90, como las consideraban más útil que Internet centrarse en una intranet o extranet de contenidos, la mala conectividad se convierte en una barrera insalvable. No se apuesta por servicios en local en cada centro, los recursos de mantenimiento necesarios los hacen inviables. Todos los que se ofrecen a los centros, incluidos los educativos (Moodle, Alfresco, Liferay) que ahora empiezan a generalizarse, se accede a través de Internet. Lo mismo ocurre con los proyectos editoriales, ya ninguna contempla meter en un pendrive el libro de texto, será necesaria la conexión remota a un servidor, aunque se intente preservar las fronteras tradicionales creando un “corralito” que permita dejar las cosas lo más cerca posible de donde estaban. Se quiera o no, la conectividad es la prioridad absoluta, no tenerlo en cuenta lleva ineludiblemente al fracaso y al conflicto.
No parece, (repito; no parece), que éste sea el objetivo, sino el control, a tenor de las últimas medidas que se van implementando. Como lo son la imposibilidad de hacer descargas directas desde la WEB, que provoca problemas tales como la imposibilidad de instalar Google Earth, la rigidez de las normas que impide que los propios centros hagan uso de las las claves de su wifi (¿quién habla de autonomía de centros), las prohibiciones sobre la personalización e instalación de software, el cierre de redes sociales; y estamos en fase de aplicación de nuevas medidas de seguridad con la instalación de nuevo router y de un software de control de conexión.
De seguir por esta vía de ampliar el control centralizado, al que añadimos el filtro contenidos, cuyo comportamiento no siempre es predecible, puede quedar seriamente afectada la vertiente “dospuntocerista”, y como consecuencia, la más innovadora. Estamos frente a una iniciativa que responde a un movimiento educativo surgido de los cambios que la tecnología ha hecho posible la pasada década, pero que institucionalmente no parece que se entienda, y por tanto no se concreta ni se lidera. La Escuela 2.0 no puede ser un complemento para reforzar la organización, la metodología, y hacer más eficaces los recursos tradicionales. Debería estar encaminada a reubicar la educación el sociedad, dentro de nuevos paradigmas que den salidas a una crisis derivada de la falta de adecuación. La ampliación de la escolaridad y la comprensividad no pueden basarse en prácticas encorsetadas en métodos que priman la exposición y la memorización para preparar exámenes, en marcos disciplinares de la era preindustrial, en recursos como el libro de texto o los apuntes (tanto da). Hay que empezar hablar, por decirlo de algún modo (posiblemente no el mejor) de planes organizados en espacios de educativos, de competencias, ámbitos de conocimiento o como quiera definirse, en los que caben trayectorias personales que facilita el nuevo marco tecnológico, superando la sincronía.
Me viene a la memoria este párrafo reciente de Piscitelli que extraigo de “Explorando los bordes y contornos de la Universidad 2.0” :
Porque lo que estamos viendo con la supuesta educación 2.0 y mucho mas con la supuesta formación 2.0, es infinitamente más de lo mismo. El empaquetamiento de contenidos, la pasteurización de las carecteristicas disruptivas de la web 2.0 en el rediseño de los autores, y en definitiva un intento desesperado de reempoderar a los docentes para compensar el reempoderamiento tecnológico de los alumnos.
Y continúa diciendo en otro párrafo:
Resulta altamente autocontradictorio y en definitiva no solo frustrante, sino también insidioso, hacer la apología de lo abierto (con sus limitaciones claro ya que ciertas disciplinas y habilidades se adquieren a veces mas fácilmente secuencialmente que en paralelo), y después ver como lo que hay en vez de educación 2.0 es retórica 2.0. Ayudada es claro por la falta de una voluntad institucional de cambio y sobretodo por una corporación docente renuente a la renovación y al cambio de actitud.
Difícilmente se puede pedir cambio de actitud al profesorado, si cada vez que hacemos clic la ratón nos preguntamos cuánto tardará cargar la página, o en aparecer el mensaje de error o denegación de servicio.
La conexión educativa impide el acceso a Tuenti y Facebook y lo dificulta a Netvibes.
Regulado por resolución el uso de los potátiles de Eskola 2.0
Nuevo agente de seguridad en la conexión de los centros educativos
Actualización: la instalación de Google Earth si es posible, aunque por el sistema de filtrado da esa impresión. Ver Red Eskola 2.0.